- Los vídeos deepfake son cada vez más sofisticados y difíciles de detectar.
- Casos recientes muestran su uso para fraudes, manipulación política y estafas económicas.
- La legislación avanza, pero aún existen vacíos legales y dificultades técnicas.
- Existen recomendaciones prácticas para identificar y protegerse ante vídeos falsos con IA.

La aparición de inteligencia artificial avanzada ha hecho posible que herramientas capaces de crear vídeos deepfake estén al alcance de cualquier persona, no solo de desarrolladores especializados. Hoy en día, la facilidad para falsificar imágenes y voces en redes sociales y medios digitales plantea retos nunca vistos para la sociedad y la privacidad.
Mientras las plataformas integran sistemas de IA cada vez más potentes, surgen voces de alerta sobre el uso malintencionado de estos recursos. En los últimos meses, los casos de vídeos manipulados con IA han puesto en jaque a figuras públicas, empresas y ciudadanos, con consecuencias que pueden ir desde la difamación digital hasta estafas millonarias.
¿Qué es un vídeo deepfake y cómo funciona?

Un deepfake es un vídeo manipulado en el que la inteligencia artificial genera o altera imágenes y sonidos para que parezcan auténticos. No solo se sustituyen caras, sino que se pueden crear escenas completas que jamás ocurrieron en la realidad, incluyendo voces y gestos con un realismo sorprendente.
Inicialmente eran detectables para el ojo experto, pero los avances en IA generativa facilitan montajes cada vez más convincentes. Ejemplo de ello es el modelo UNITE, una herramienta de última generación que puede identificar vídeos manipulados incluso cuando no aparecen rostros humanos, valiéndose de transformadores y aprendizaje profundo para analizar incoherencias en cualquier parte de la secuencia.
Casos recientes: estafas, política y figuras públicas
En España y América Latina, los vídeos deepfake han sido protagonistas de estafas y fraudes de gran impacto. Por ejemplo, la comunicadora Mercedes Milá denunció la clonación de su imagen y voz para promocionar productos supuestamente milagrosos dirigidos a personas con enfermedades crónicas. Milá reclamó a plataformas como TikTok mayor responsabilidad y la retirada inmediata del contenido fraudulento.
En el sector financiero, el CEO de Scotiabank en Perú, Sebastián Arcuri, tuvo que advertir públicamente sobre la difusión de un vídeo manipulado en el que se suplantaba su identidad para recomendar inversiones. Estos montajes buscan engañar a clientes y seguidores, comprometiendo no solo la reputación sino también la seguridad económica de personas y entidades.
Las estafas políticas no se quedan atrás. En Argentina, previo a unas elecciones clave, circuló un vídeo deepfake de Mauricio Macri anunciando la retirada de una candidatura. El exmandatario calificó el hecho como un intento de fraude y alertó sobre el peligro de estas técnicas en la manipulación de la democracia.
Cómo reconocer un vídeo deepfake: señales y recomendaciones clave
Detectar un vídeo deepfake es cada vez más complicado, pero aún existen detalles que pueden ayudar a diferenciar lo real de lo generado artificialmente:
- Sincronización desigual entre labios y voz: Si el movimiento de la boca no corresponde exactamente con las palabras, es sospechoso.
- Parpadeos poco naturales: La frecuencia y naturalidad de los parpadeos puede delatar que no es una persona real.
- Voz artificial o robótica: Un tono poco humano o falta de sonidos ambientales auténticos son pistas importantes.
- Errores visuales en rostro, manos o fondo: Deformidades, sombras incoherentes o fusiones fallidas pueden indicar manipulación.
- Fuentes dudosas: Si el vídeo se difunde desde cuentas desconocidas o anónimas, extrema las precauciones.
Expertos en ciberseguridad recomiendan verificar siempre el origen de un vídeo, realizar búsquedas inversas de imagen y contrastar la información en diversos medios fiables antes de compartirlo.
Impacto y retos legales ante los vídeos deepfake
Las autoridades y marcos regulatorios luchan por adaptarse al ritmo de la tecnología deepfake. Aunque existen leyes para proteger la imagen y sancionar fraudes digitales, en muchos países los procedimientos son complejos y las sanciones aún no disuaden a los ciberdelincuentes.
En Perú, por ejemplo, las sanciones administrativas pueden ascender a multas significativas y, si hay difamación o estafa, contemplan penas de cárcel de hasta ocho años. Sin embargo, identificar al creador de estos vídeos no siempre es sencillo, ya que las operaciones suelen ser transfronterizas y el anonimato es la norma en Internet.
Expertos también señalan la necesidad de crear fiscalías y juzgados especializados para combatir los delitos vinculados al uso malicioso de inteligencia artificial, así como la importancia de informar y formar a fiscales y cuerpos policiales.
Herramientas tecnológicas y pautas para defenderse
Tanto empresas como particulares pueden tomar medidas para proteger su imagen digital. Entre las recomendaciones más importantes figuran el monitoreo activo de la identidad online, el registro legal de imagen y voz, y la presencia en redes para desmentir rápidamente cualquier intento de suplantación.
Herramientas como las marcas de agua invisibles de Google (SynthID) o sistemas de verificación de contenido como C2PA están dando pasos adelante para rastrear la autenticidad de los vídeos, aunque los especialistas advierten que hasta estos sistemas pueden ser atacados o falsificados.
Para el usuario común:
- Desconfía de vídeos demasiado sorprendentes o virales sin respaldo informativo fiable.
- Contrasta la información en varios medios y busca comentarios que alerten sobre la manipulación.
- No compartas vídeos dudosos sin comprobar su autenticidad.
El crecimiento acelerado de los vídeos deepfake marca una nueva era en la comunicación, la privacidad y la ciberdelincuencia. Los riesgos y desafíos son enormes, pero tanto la legislación como la tecnología y la sociedad civil están adaptándose para mitigar el problema. La clave está en informarse, aplicar el sentido crítico y usar las herramientas disponibles para proteger la identidad digital y la veracidad de la información.