- El Nobel de Química reconoce a Omar Yaghi por la química reticular y los MOF, junto a Susumu Kitagawa y Richard Robson.
- De origen humilde en Amán, creció en una familia refugiada y defiende que la ciencia es la mayor fuerza igualadora.
- Los MOF capturan CO₂, extraen agua del aire, almacenan gases y abren vías en energía y biomedicina.
- Yaghi impulsa una cultura de laboratorio donde estudiantes y profesores colaboran al mismo nivel.
El anuncio del Premio Nobel de Química para Omar Yaghi ha puesto el foco en una trayectoria que enlaza superación personal, ciencia de vanguardia y compromiso con el acceso al conocimiento. Desde Amán a Berkeley, su obra ha redefinido cómo se diseñan materiales porosos y para qué pueden servir.
Yaghi lo resume con una idea que repite a sus estudiantes: “la ciencia es la mayor fuerza igualadora”. Su labor en química reticular y en las estructuras metalorgánicas (MOF, por sus siglas en inglés), reconocida junto a Susumu Kitagawa y Richard Robson, abrió un campo con aplicaciones que van de la captura de CO₂ a la obtención de agua del aire.
De refugio humilde a referente global
Hijo de una familia palestina refugiada en Jordania, Yaghi recuerda que de niño compartía una habitación con su familia y el ganado, mientras aprendía a aprovechar cada gota de agua en periodos de suministro escaso y a no rendirse ante la escasez.
Aquellas tareas cotidianas se alternaban con horas de lectura: un día, con unos 10 años, abrió al azar un libro de la biblioteca y los dibujos de moléculas lo dejaron fascinado. Aunque entonces no entendía lo que veía, nació la curiosidad que le guiaría.
Su padre, carnicero en Amán, le inculcó la idea de que si uno hace un trabajo debe hacerlo bien o no hacerlo. Fue quien le animó a viajar a Estados Unidos en la adolescencia para continuar con su formación.
Ya en Nueva York, se mantuvo empacando compras y limpiando suelos mientras destacaba académicamente; más tarde, Yaghi ha reivindicado el papel de la educación pública en su oportunidad de progresar desde un origen sin privilegios.
En sus primeras etapas universitarias y de investigación en EE. UU. (Arizona State University, Universidad de Michigan y UCLA), comenzó a perfilar un enfoque propio: unir piezas orgánicas e inorgánicas para levantar redes cristalinas porosas a medida.

El hallazgo: química reticular y MOF
La química reticular consiste en construir materiales como si fuesen andamios moleculares, donde nudos metálicos y ligandos orgánicos se ensamblan para crear redes ultraporosas estables.
Un antecedente clave llegó en 1989, cuando Richard Robson demostró que era posible generar cristales espaciosos y bien ordenados combinando iones metálicos y unidades orgánicas; su estructura inicial era inestable, pero abrió la puerta.
Entre 1992 y 2003, Susumu Kitagawa probó que los gases podían entrar y salir de estas redes y adelantó su flexibilidad funcional. El siguiente paso llegó con Yaghi, que logró MOF muy estables, personalizables y con superficies internas gigantescas.
Heiner Linke, presidente del Comité Nobel de Química, destacó que los MOF habilitan “oportunidades antes impensables” para crear materiales con funciones nuevas y ajustables, un cambio de paradigma en el diseño de sólidos porosos.
El reconocimiento del Nobel, compartido entre Yaghi, Kitagawa y Robson, llega por haber establecido una arquitectura molecular completamente nueva, dotada de utilidad práctica y potencial masivo.
Para qué sirven: del CO₂ al agua del aire
Los MOF funcionan como “esponjas” a escala nanométrica: pueden capturar dióxido de carbono, almacenar hidrógeno o metano, atrapar gases tóxicos y separar selectivamente sustancias persistentes en el agua.
Su uso también se extiende a la recolección de agua del aire en regiones áridas, catalizar reacciones químicas, contener gases en procesos de semiconductores y explorar nuevas vías en liberación de fármacos.
Aunque muchas aplicaciones comerciales están en fase piloto, empresas y centros de investigación ya ensayan capturar CO₂ en chimeneas industriales, mejorar separaciones energéticamente intensivas y tratar contaminantes emergentes.
En países con fuerte base minera y química, investigadores subrayan que la plataforma MOF puede ayudar a reducir emisiones y mitigar la escasez hídrica, al tiempo que abre nichos de alto valor a la industria.
La Academia sueca valora que estas redes porosas combinan belleza estructural y utilidad frente a retos globales, desde el clima hasta la salud ambiental.
Una forma de liderar: del despacho al banco de laboratorio
Quienes han trabajado con Yaghi subrayan su cercanía y la autonomía que concede a sus equipos: estudiantes y profesores discuten al mismo nivel, y la crítica abierta es parte del método.
Para él, la magia ocurre cuando un estudiante se atreve a contradecir una idea y ambos analizan un problema sin temor a decir “no lo sé”. Esa cultura ha multiplicado descubrimientos y ha hecho escuela en química de materiales.
En Berkeley, donde dirige iniciativas globales de ciencia, insiste en que el laboratorio sea un lugar de curiosidad y responsabilidad, fomentando habilidades técnicas y también criterio para elegir problemas relevantes.
Su filosofía se complementa con una idea sencilla: la excelencia surge de la constancia, del trabajo bien hecho y del cuidado por los detalles, lo mismo que aprendió limpiando escaparates de joven.
Ese enfoque ha inspirado a una generación que hoy lidera grupos y empresas tecnológicas, escalando la química reticular hacia soluciones cada vez más aplicadas.
Voces, premios y un lema
En 2024, el Premio Tang reconoció sus aportes al desarrollo sostenible por estructuras ultraporosas capaces de capturar carbono y extraer agua del aire. Fue otro hito antes del Nobel.
Tras conocer la noticia del galardón, Yaghi atendió entrevistas incluso en tránsito aéreo, confesando sentirse «asombrado y abrumado» ante un reconocimiento que percibe como fruto del trabajo colectivo de sus estudiantes.
Interpelado por su motivación, recuerda que lo guió primero la belleza de las moléculas y la voluntad de construir: el impacto ambiental y energético vino después, al ver lo que estos materiales podían hacer.
En su discurso más personal, se dirige a los jóvenes: no esperes las condiciones perfectas; empieza donde estés con lo que tengas y confía en que el pensamiento sólido te llevará más lejos de lo que imaginas.
El itinerario de Yaghi, de una infancia de carencias a los grandes premios científicos, se trenza con una idea que recorre su obra: la ciencia abre puertas y, bien orientada, ayuda a resolver problemas reales sin perder el asombro por lo que construimos átomo a átomo.