La Tierra suma una cuasi luna que seguirá nuestro ritmo orbital

Última actualización: 24/10/2025
Autor: Isaac
  • La "segunda luna" no es un satélite: es un asteroide coorbital que acompaña a la Tierra hasta ~2083.
  • El objeto, designado 2025 PN7, mide entre 18 y 36 metros y fue detectado desde Hawái.
  • No representa peligro: su distancia típica se sitúa en millones de kilómetros y no está ligado gravitacionalmente a la Tierra.
  • Observación difícil a simple vista; en Europa y España solo es viable con telescopios y condiciones muy oscuras.

Ilustración de cuasi luna de la Tierra

La idea de que la Tierra «tendrá dos lunas» hasta 2083 no implica que vayamos a ver dos discos brillantes en el cielo. Se trata de un asteroide que viaja casi al compás de nuestro planeta, un compañero temporal que, desde nuestra perspectiva, puede dar la sensación de ser una luna adicional, aunque no es un satélite natural como la Luna.

Ese objeto ha sido designado 2025 PN7 y encaja en la categoría de «cuasi luna». Fue observado por primera vez en agosto con telescopios en Hawái y, según los cálculos actuales, permanecería cerca de la órbita terrestre hasta alrededor de 2083 antes de alejarse lentamente. No está gravitacionalmente ligado a la Tierra: orbita al Sol en una trayectoria muy similar a la nuestra.

Qué significa eso de «dos lunas» hasta 2083

Asteroide acompañando la órbita terrestre

Una cuasi luna es un asteroide coorbital que parece acompañar a un planeta porque su órbita alrededor del Sol es muy parecida. Desde la Tierra, su movimiento puede recordar al de un satélite, pero no está «atado» por la gravedad terrestre como la Luna.

Esta configuración es estable durante décadas o incluso siglos, tras lo cual el objeto suele desviarse y seguir otro camino. En ese periodo de convivencia cósmica, el asteroide se aproxima y se aleja, describiendo bucles aparentes respecto a nuestro cielo.

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Conviene subrayar que no veremos una segunda luna brillante; si te interesa observar fenómenos lunares, consulta nuestra guía para ver la superluna. La cuasi luna es muy tenue y pequeña, y además se mantiene a distancias del orden de millones de kilómetros, bastante más lejos que la órbita lunar.

La etiqueta de «dos lunas» circula a menudo en redes sociales para llamar la atención, pero el fenómeno real es más sutil: la Tierra conserva un único satélite natural, y este visitante es un acompañante temporal que comparte casi nuestro mismo carril solar.

Cómo se detectó el objeto y qué sabemos de su tamaño

Detección de objeto cercano a la Tierra

El hallazgo de 2025 PN7 se produjo en agosto gracias a observaciones con el sistema Pan-STARRS en Hawái. Al principio era apenas un punto débil desplazándose entre las estrellas; con seguimientos posteriores se comprobó que mantenía una órbita muy similar a la terrestre.

Las estimaciones sitúan su tamaño entre 18 y 36 metros de diámetro, comparable a un edificio pequeño. Ese carácter diminuto, unido a su brillo escaso, explica por qué pudo pasar desapercibido durante décadas pese a moverse cerca de nuestra órbita.

Algunos análisis lo encuadran entre los asteroides del grupo Arjuna, cuyos periodos y excentricidades los hacen afines a la órbita terrestre. Este tipo de objetos son candidatos a episodios de cuasi satélite o a patrones coorbitales parecidos.

La comunidad astronómica también lo compara con cuasi lunas conocidas como Kamoʻoalewa (469219) o 2023 FW13, que han permitido estudiar, durante años, cómo interactúan pequeños cuerpos con el entorno gravitatorio del sistema Tierra-Luna.

Trayectoria, distancias y estabilidad

Trayectorias coorbitales alrededor del Sol

A diferencia de la Luna, 2025 PN7 no gira alrededor de la Tierra. Su órbita es solar, pero casi en sincronía con la nuestra. Por ello, la distancia relativa cambia: en aproximaciones típicas se sitúa en el rango de varios millones de kilómetros, y puede alejarse hasta decenas de millones.

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Los modelos indican que este comportamiento coorbital se mantendría hasta ~2083, momento en que la resonancia dejaría de sostenerse y el objeto se apartaría gradualmente de nuestro entorno.

En términos de riesgo, el consenso es claro: no supone amenaza de impacto. Las trayectorias calculadas no intersectan la Tierra y la estabilidad dinámica actual no apunta a encuentros cercanos peligrosos.

Como ocurre con otras cuasi lunas, pequeñas variaciones gravitatorias del Sol y de los planetas vecinos modulan su movimiento, generando ese baile lento y predecible que los investigadores pueden seguir durante años.

Un invitado sin riesgos y con mucho valor científico

Valor científico de estudiar cuasi lunas

Estos acompañantes ofrecen un laboratorio natural para analizar dinámicas orbitales en escalas de tiempo largas. Al permanecer cerca por periodos extensos, permiten refinar modelos gravitatorios y estudiar la evolución de objetos pequeños.

Además, sirven para investigar la población de asteroides cercanos a la Tierra: su composición, su estructura y su historia. Misiones propuestas y en curso en todo el mundo contemplan visitar cuerpos coorbitales parecidos, dada su proximidad relativa y el interés científico que despiertan.

En el plano divulgativo, también ayudan a corregir malentendidos: una cuasi luna no convierte al objeto en satélite terrestre, ni altera las mareas, ni produce cambios apreciables en nuestro cielo nocturno.

Por todo ello, 2025 PN7 es más una oportunidad de aprendizaje que un motivo de alarma. Su marcha prevista hacia mediados de siglo cerrará un capítulo valioso para la ciencia planetaria.

Cómo observarlo desde España y Europa

Observación astronómica desde Europa

Debido a su tamaño y brillo, 2025 PN7 no es visible a simple vista. Para intentos de observación desde España o el resto de Europa se requieren telescopios con buena apertura, cielos oscuros y efemérides precisas que indiquen su posición en cada ventana de visibilidad.

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Las oportunidades concretas dependen de la geometría del momento: elongación solar, brillo y velocidad aparente. En general, conviene consultar catálogos y servicios de seguimiento de objetos cercanos a la Tierra y coordinarse con agrupaciones astronómicas locales.

Para el público general, la mejor forma de seguir el fenómeno es a través de imágenes y datos publicados por observatorios e instituciones, que irán actualizando los parámetros orbitales y los resultados científicos derivados del seguimiento.

Hablar de «dos lunas» es una forma coloquial de referirse a una cuasi luna que acompaña a la Tierra hasta aproximadamente 2083. No es un segundo satélite brillante ni un riesgo, sino un asteroide pequeño que comparte casi nuestra órbita, cuyo estudio aporta pistas sobre la dinámica del sistema solar y que, con los instrumentos adecuados, puede ser rastreado por la comunidad astronómica también desde Europa.

primera Superluna del 2025
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