- Las ballenas y delfines son fundamentales en el equilibrio y salud de los ecosistemas marinos.
- Expertos en biología marina alertan sobre amenazas como la contaminación y la acidificación oceánica.
- Reconocimientos científicos ponen en valor la investigación y la transferencia de conocimiento en el ámbito marino.
- La economía azul y la cooperación internacional emergen como claves para la sostenibilidad de los océanos.
El papel de la biología marina ocupa hoy un lugar central en el debate sobre el futuro de los océanos. Mientras se reconocen los enormes desafíos que afronta la biodiversidad marina, desde organizaciones ambientales y científicas se insiste en la importancia de mantener el delicado equilibrio ecológico a través de la investigación, protección y divulgación de los servicios que ofrecen estos ecosistemas.
Numerosos estudios recientes y la voz de expertas en la materia inciden en la necesidad urgente de proteger a los grandes mamíferos marinos, esenciales tanto para la salud de los mares como para la mitigación del cambio climático, a la vez que se subraya la labor de científicos que, desde diferentes ámbitos, impulsan la innovación y la sostenibilidad en el sector marítimo-marino.
Protagonistas ocultos en la lucha contra el cambio climático
Entre los organismos marinos, ballenas y delfines desempeñan un papel destacado en el sostenimiento y el equilibrio de los ecosistemas. De acuerdo con Celia Ojeda, responsable del área de biodiversidad de Greenpeace España, las ballenas no solo regulan las poblaciones de sus presas de forma natural, sino que, gracias a sus excrementos, fertilizan las aguas oceánicas. Este abono natural favorece el crecimiento del fitoplancton, microorganismos capaces de absorber enormes cantidades de dióxido de carbono y de liberar oxígeno a la atmósfera. Gianna Haro, bióloga marina de Adventure Scientists, añade que los grandes cetáceos, al recorrer grandes distancias migratorias, distribuyen esos nutrientes por amplias zonas, reforzando el ciclo vital marino.
Según datos de organizaciones como WWF, el fitoplancton es responsable de atrapar hasta un 40% de las emisiones globales de CO2 y genera más de la mitad del oxígeno terrestre, una cantidad que supera, con creces, la producida por la Amazonia. Es importante destacar la salud de estas poblaciones y el soporte de sus hábitats, ya que son fundamentales para mantener el equilibrio del ecosistema oceánico.
No debe olvidarse el papel de los delfines, situados en la cima de la cadena trófica. Su presencia o ausencia en determinadas áreas sirve como indicador biológico del estado ambiental de los océanos. Donde hay delfines activos, los ecosistemas suelen ser saludables.
El océano, que absorbe hasta un 30% del CO2 generado por los humanos y contribuye a moderar el cambio climático, está sufriendo un aumento en la acidificación de sus aguas. Esta situación, agravada por las emisiones modernas, pone en peligro el desarrollo calcáreo del fitoplancton y, con ello, la capacidad natural de los mares para resistir el calentamiento global.
Un mar cada vez más vulnerable: amenazas e impactos
Las expertas destacan que la problemática de la acidificación afecta a todos los mares del planeta, pero resulta especialmente alarmante en el Mediterráneo. Este espacio acoge especies como el delfín listado, el delfín mular y la ballena rorcual común, todas ellas bajo presión por los nuevos desequilibrios ambientales.
La contaminación por plásticos representa uno de los principales peligros para los cetáceos y la biodiversidad marina. La presencia de fragmentos plásticos es tan elevada que no resulta raro hallar restos en el interior de mamíferos marinos varados en la costa. A esto se suman otras amenazas, como la contaminación acústica y química, la minería submarina y la pesca accidental, que complican la supervivencia de especies sensibles.
La protección de los corredores marinos surge como una posible solución. Estos espacios protegidos buscan asegurar las rutas migratorias y zonas esenciales para la reproducción y alimentación, minimizando riesgos como colisiones con embarcaciones o captura incidental. Sin embargo, la gestión y establecimiento de estos corredores enfrentan obstáculos legales y de coordinación internacional, ya que muchas de estas rutas atraviesan aguas jurisdiccionales variadas.
Desde España, es fundamental seguir fortaleciendo la defensa oceánica, tanto en foros europeos como mediante la propuesta de nuevas áreas protegidas, además de incrementar las medidas contra la contaminación y fomentar la participación activa de todos los actores del sector.
Impulso científico y reconocimiento a la excelencia en el sector marino
El trabajo constante de la comunidad científica ha sido premiado en diferentes ocasiones. Recientemente, el catedrático José Carlos García Gómez, director del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla, ha sido galardonado por su trayectoria investigadora y su labor de transferencia de conocimiento. Su amplia trayectoria, con más de 300 publicaciones y decenas de especies descritas, ha sido reconocida tanto por la comunidad internacional como por la administración pública, destacando su contribución a la protección del litoral y su compromiso con la formación.
En los Premios Proa también se ha distinguido la labor de instituciones como el Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía (CTAQUA), referente en innovación y soluciones para el sector acuícola. Además, organizaciones dedicadas a la sostenibilidad, como el Centro de Cooperación del Mediterráneo de la IUCN, han recibido el Premio a la Sostenibilidad por su gestión ambiental y uso responsable de recursos.
El presidente del Clúster Marítimo-Marino de Andalucía resalta la importancia de la economía azul en la región, donde la innovación, la tradición y el desarrollo tecnológico en sectores como la pesca, la acuicultura, la logística o el turismo costero, se combinan en la Estrategia Andaluza de Economía Azul Sostenible. Esta estrategia se presenta como un modelo internacional para integrar sostenibilidad y crecimiento económico.
La intersección entre ciencia, protección ambiental y actividad económica es más evidente que nunca en la agenda de la biología marina. El reto es conjugar la protección de los océanos, el apoyo a la biodiversidad y la creación de marcos normativos y científicos que permitan afrontar los desafíos del cambio climático y el deterioro ambiental. Reconocer a quienes impulsan ese cambio y promover la cooperación internacional son pasos esenciales para preservar los mares y océanos en su función vital a escala global.

