- La producción de vehículos en España registró descensos en 2024, debido a la transición hacia el coche eléctrico y la ralentización de los mercados europeos.
- El sector afronta desafíos estructurales como la modernización de fábricas, la renovación del parque móvil y la consolidación de la electrificación.
- La inversión y la formación técnica se destacan como pilares esenciales para la competitividad y adaptación tecnológica.
- España mantiene su posición estratégica en la automoción europea, pero debe acelerar la digitalización, el desarrollo de software y la sostenibilidad para no perder protagonismo.
El sector de la automoción en España ha vivido en 2024 una etapa especialmente compleja, con tendencias encontradas entre el avance de la electrificación, la adaptación industrial y las tensiones en los mercados internacionales. Este año se posiciona como uno de los más significativos para definir la hoja de ruta de la industria en nuestro país.
La transición hacia nuevos modelos de movilidad, la modernización de las fábricas y las incertidumbres en las exportaciones están marcando el pulso de una industria clave para el empleo y la economía nacional. Pese a las dificultades y los altibajos en la producción, la automoción española afronta el reto de mantener su liderazgo en Europa mientras intensifica la apuesta por la sostenibilidad y la digitalización.
Producción y exportaciones: un año de claroscuros
El ejercicio 2024 no ha sido ajeno a las dificultades derivadas de la transformación industrial en marcha. El descenso en la fabricación de vehículos ha sido palpable, especialmente durante el mes de mayo, cuando la producción cayó un 11,7% y la cifra absoluta de vehículos ensamblados apenas superó el millón en el acumulado anual, cerca de un 10% menos que el año anterior. Este retroceso ha ido de la mano de un contexto internacional más exigente y de la necesidad de adaptar las plantas a la fabricación de modelos electrificados.
Las exportaciones tampoco han escapado a la tendencia bajista. Los principales mercados de destino, situados en Europa (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido), han reducido sus pedidos, lo que ha supuesto una caída del 17% en mayo y del 13,8% en el acumulado del año. Estos datos revelan una dependencia significativa de la demanda europea y la necesidad de diversificar y reforzar la posición internacional del sector.
Las plantas españolas se especializan en modelos urbanos y compactos, segmentos que más han sufrido el aumento de precios por la introducción de tecnologías ADAS y la normativa de reducción de emisiones, lo que ha alterado la competitividad frente a otros países fabricantes.
El impulso (y los límites) de la electrificación
La producción de vehículos alternativos, que engloba eléctricos puros, híbridos y otras motorizaciones sostenibles, ha registrado un crecimiento interanual superior al 21% en mayo, llegando a representar más de un tercio del total mensual producido. Sin embargo, este avance no ha sido suficiente para compensar el descenso global, evidenciando que la penetración real del coche electrificado en los mercados europeos todavía progresa a un ritmo más bajo del esperado.
Marcas como Renault han puesto el foco en la producción de híbridos en plantas españolas, mientras que el salto a modelos 100% eléctricos aún se ve condicionado por estrategias de grupo y la evolución de la demanda. Persiste la incertidumbre sobre el calendario de llegada de estos vehículos eléctricos a la fabricación nacional, aunque los directivos insisten en la necesidad de reducir la inversión en motores de combustión para redoblar los esfuerzos en electrificación y desarrollo tecnológico.
Retos estructurales: formación, digitalización y renovación del parque
El futuro del sector pasa por superar una serie de desafíos estructurales identificados tanto por la industria como por las administraciones:
- Formación técnica y talento digital: Se percibe una necesidad urgente de actualizar y ampliar la formación en nuevas tecnologías, tanto para el diseño como para el mantenimiento de los futuros vehículos (especialmente en software, electrónica y gestión de datos).
- Adaptación normativa y agilidad administrativa: La complejidad en la homologación y la multiplicidad de normativas autonómicas suponen frenos para el despliegue de nuevas tecnologías e infraestructuras, como los puntos de recarga para vehículos eléctricos.
- Renovación del parque móvil: El parque automovilístico español sigue envejeciendo y su renovación ha caído por debajo de la media europea, lastrando la seguridad y la sostenibilidad medioambiental.
- Desarrollo de software y digitalización: La competitividad futura depende en buena medida de la capacidad de desarrollar soluciones digitales propias, intensificando la inversión en conectividad, inteligencia artificial y ciberseguridad.
La industria demanda una colaboración público-privada más estrecha y estable, con incentivos fiscales efectivos y una estrategia clara que permita atraer inversiones y fortalecer las cadenas de valor locales.
Inversión y nuevas oportunidades
El papel de la inversión extranjera y la apuesta por la innovación resultan claves para el nuevo ciclo de la automoción en España. Regiones como Cataluña, Navarra y Castilla y León continúan recibiendo proyectos industriales vinculados a la movilidad eléctrica, mientras que destacan iniciativas para la producción de baterías y la automatización de procesos.
Empresas y organismos reclaman mayor estabilidad y una política industrial con visión a largo plazo, que garantice la ejecución efectiva de programas como el PERTE VEC y los fondos de transición ecológica y digital. La colaboración con centros tecnológicos y la creación de hubs de innovación, como el de Málaga, refuerzan el posicionamiento de España como nodo logístico-industrial y de conocimiento avanzado.
Perspectivas estratégicas y el papel de la Administración
La Administración juega un papel crucial en la transformación del sector. Las ayudas públicas, la coordinación territorial y la capacidad de simplificar la normativa son demandas recurrentes tanto de fabricantes como de proveedores. Sin una hoja de ruta clara y predecible, los avances en electrificación, sostenibilidad y renovación industrial podrían verse frenados.
La industria pone el foco en seis líneas de actuación prioritarias: asegurar políticas industriales de largo plazo, fomentar la renovación del parque, acelerar la infraestructura del vehículo eléctrico, transformar el marco laboral, apostar por la digitalización y reforzar la posición internacional. Estas acciones son clave para que la automoción española mantenga su papel estratégico ante los cambios en la movilidad europea.
El año 2024 ha consolidado su papel como punto de inflexión, evidenciando tanto los puntos fuertes como los desafíos por resolver, y la colaboración entre todos los actores será fundamental para avanzar hacia una industria más innovadora, sostenible y preparada para competir globalmente.