- El reactor número 2 de Tsuruga es el primero vetado bajo las normas de seguridad impuestas tras el desastre nuclear de Fukushima en 2011.
- La decisión se tomó debido a una falla sísmica descubierta a 300 metros del reactor, lo que supone un riesgo que su operador no ha abordado correctamente.
- El veto marca un precedente dentro de la nueva regulación de seguridad nuclear en Japón, cuyo objetivo es prevenir futuros desastres en zonas sísmicas.
- Este bloqueo impacta los planes de Japón para acelerar la producción nuclear y afrontar la crisis energética mientras intenta alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.
Japón ha dado un paso significativo en la aplicación de sus nuevas normas de seguridad nuclear al vetar la puesta en marcha del reactor número 2 de la central de Tsuruga. Esta decisión, dictada por la Autoridad de Regulación Nuclear (ARN), surge tras más de una década del desastre ocurrido en Fukushima en 2011, cuando un terremoto y un tsunami desencadenaron uno de los mayores desastres nucleares de la historia, llevando al país a replantearse su política energética.
El reactor vetado se encuentra en la región de Honshu, en el centro de Japón, y pertenece a la compañía Japan Atomic Power. Es el primer reactor que recibe una negativa definitiva para su reactivación bajo las normas de seguridad adoptadas en 2013, las cuales fueron actualizadas tras las lecciones aprendidas del accidente de Fukushima. Desde entonces, el gobierno japonés ha endurecido las regulaciones para evitar que se construyan o reinicien reactores en áreas con posibles fallas sísmicas activas, siendo esta una de las principales razones del rechazo.
Una falla sísmica bajo el reactor
El principal motivo por el cual se ha denegado la reapertura del reactor número 2 de Tsuruga se debe a la presencia de una falla sísmica ubicada a apenas 300 metros del edificio del reactor. Las investigaciones llevadas a cabo por las autoridades japonesas no han podido descartar la posibilidad de que la falla se extienda directamente por debajo de la instalación, lo que pondría en peligro a la planta en caso de un terremoto. El riesgo de un posible desplazamiento de la falla aún no ha sido abordado de manera adecuada por la compañía operadora, lo que ha motivado a la ARN a tomar la drástica decisión de vetar su funcionamiento.
Esta vulnerabilidad fue detectada ya en 2013, cuando expertos del organismo regulador descubrieron la falla activa. Desde entonces, el proceso de revisión de la instalación ha experimentado varias interrupciones, principalmente debido a discrepancias en la información proporcionada por Japan Atomic Power, quienes en diversas ocasiones proporcionaron datos que, más tarde, se descubrieron como inexactos.
Impacto en la política nuclear de Japón
El veto del reactor de Tsuruga marca un precedente importante en la política energética de Japón y complica los planes del gobierno de acelerar el reinicio de reactores nucleares para cubrir la creciente demanda de energía. Japón, que depende en gran medida de fuentes de energía importadas, ha estado buscando activar más reactores para reducir su dependencia de los combustibles fósiles y cumplir sus compromisos medioambientales, como el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2050.
No obstante, los peligros inherentes a la actividad sísmica del archipiélago japonés han generado una resistencia considerable hacia el uso de la energía nuclear entre la población y ciertos sectores del gobierno. El terremoto en la península de Noto a principios de 2024, con una magnitud de 7,5, incrementó las preocupaciones sobre la seguridad de los reactores cercanos a zonas sísmicas. Aunque los daños a las instalaciones nucleares en esa ocasión fueron menores, el desastre dejó una huella profunda en la opinión pública.
Evaluaciones y medidas de seguridad
El presidente de la ARN, Shinsuke Yamanaka, ha afirmado que la decisión de vetar el reactor fue tomada tras una exhaustiva revisión de seguridad. Yamanaka explicó que desde 2015, cuando comenzaron las revisiones del reactor, se detectaron varios problemas, incluidos errores y datos encubiertos proporcionados por el operador, lo que retrasó la evaluación. A pesar de ello, la ARN completó el examen y concluyó que no se podía garantizar la seguridad del reactor, por lo que optaron por no permitírselo volver a operar.
No obstante, Yamanaka también puntualizó que el organismo no ha ordenado el desmantelamiento inmediato del reactor, dado que permanece desconectado actualmente y su combustible ha sido enfriado de manera segura. En caso de que las fallas sísmicas sufran nuevos movimientos, se ha asegurado de que no habrá riesgos inmediatos para la población o el medio ambiente.
Futuro incierto para Japan Atomic Power
Este veto representa un duro golpe para Japan Atomic Power, la empresa propietaria del reactor, ya que se trata de la única unidad activa en su planta de Tsuruga. La compañía había esperado poder reactivar el reactor número 2 tras demostrar que las fallas sísmicas cercanas no suponían una amenaza directa, pero el reciente fallo de la ARN prácticamente ha echado por tierra esas esperanzas.
Aunque la empresa aún puede solicitar de nuevo el reinicio del reactor, esto solo podrá ocurrir si es capaz de proporcionar pruebas científicas que demuestren la seguridad de la instalación, algo que parece una tarea difícil dada la ubicación del reactor y las complicaciones previas con la documentación. Además, la planta deberá implementar nuevas medidas de seguridad para toda la instalación si desea volver a operar en el futuro.
Por ahora, el veto va en línea con la política energética de Japón, que prohíbe la construcción de reactores sobre fallas sísmicas activas, y refleja la postura del gobierno de no comprometer la seguridad para acelerar los proyectos de física nuclear.