- La administración Trump prepara acciones ejecutivas y planes energéticos para sostener el auge de la IA y posicionar a EE. UU. por delante de China en la carrera tecnológica.
- El crecimiento de la Inteligencia Artificial multiplica la demanda energética, llevando a medidas para facilitar nuevas infraestructuras y agilizar permisos.
- Se priorizan terrenos federales y proyectos avanzados para la ampliación de centros de datos, clave para el entrenamiento de modelos de IA a gran escala.
- El sector privado también responde al desafío, con inversiones millonarias como la de Amazon y grandes colaboraciones estratégicas en el desarrollo de IA.

La pugna internacional por liderar el desarrollo de la inteligencia artificial ha alcanzado un nuevo nivel de urgencia en 2025. En pleno auge de la llamada «Carrera de la IA», Estados Unidos y China compiten por asegurarse la ventaja tanto económica como estratégica, acelerando sus planes para acceder al inmenso potencial de esta tecnología. Cuestiones como el suministro energético, la capacidad de los centros de datos y la eliminación de barreras regulatorias se han posicionado en el centro del tablero.
El crecimiento exponencial de la inteligencia artificial está forzando a gobiernos y empresas a tomar decisiones rápidas. La industria tecnológica se enfrenta a retos inéditos: el volumen de procesamiento de datos para entrenar modelos cada vez más inmensos exige una reestructuración a fondo de la infraestructura energética del país y pone sobre la mesa la necesidad de una regulación ágil y específica, capaz de acompañar el ritmo de la innovación.
Prioridad nacional: energía para la expansión de la IA
El gobierno estadounidense, bajo la presidencia de Donald Trump, está preparando un paquete de acciones ejecutivas orientadas a garantizar el suministro energético necesario para sostener el avance de la IA en el país. El objetivo es evitar que posibles cuellos de botella energéticos frenen la expansión de los centros de datos y el entrenamiento de modelos, ámbitos reconocidos como claves en la competición con China.
Según fuentes cercanas a los planes, la administración planea facilitar la conexión de nuevos proyectos de generación eléctrica a la red nacional y abrir el acceso a terrenos federales para la construcción de instalaciones a gran escala. Estas medidas buscan paliar el retraso provocado por complejos trámites regulatorios y saturación en las infraestructuras de transmisión actuales.
El crecimiento de la IA ha traído consigo una demanda eléctrica sin precedentes en décadas. Estudios recientes señalan que entre 2024 y 2029 el consumo de electricidad en Estados Unidos podría quintuplicar las previsiones realizadas en 2022, mientras que la demanda específica de los centros de datos de IA podría multiplicarse por más de treinta para el año 2035.
Agilización de permisos y uso de tierras federales
La administración baraja varias opciones para agilizar la puesta en marcha de nuevas infraestructuras. Entre ellas, una de las fórmulas más destacadas sería la creación de un permiso nacional especial, que simplificaría drásticamente los procedimientos bajo la Ley de Agua Limpia y demás normativas, permitiendo a empresas tecnológicas y energéticas obtener autorizaciones rápidas para nuevos centros de datos sin verse obligadas a sortear la burocracia de cada estado.
El acceso a terrenos gestionados por el gobierno federal, especialmente bajo el control de los Departamentos de Defensa e Interior, también está sobre la mesa como mecanismo para superar los actuales obstáculos de zonificación o rechazo social que dificultan la instalación de grandes infraestructuras energéticas y tecnológicas.
Se contempla, además, dar prioridad a proyectos energéticos más avanzados en las listas de espera, favoreciendo así la conexión de las iniciativas que puedan acelerar la ampliación de la capacidad nacional a corto plazo.
Visibilidad pública y agenda política
Junto a las medidas prácticas en el terreno regulatorio y energético, la administración estadounidense estudia la publicación de un plan de acción nacional sobre IA y la organización de eventos públicos pensados para implicar a la ciudadanía y los principales actores económicos en este proceso. Una de las opciones que se barajan es institucionalizar una jornada específica dedicada a la inteligencia artificial, lo que contribuiría a dar relevancia al avance de la industria y a reforzar el mensaje de compromiso político con la Carrera de la IA.
El propio Donald Trump prevé asistir a un evento clave sobre IA y energía en Pensilvania, señalando la importancia estratégica que se está dando a este asunto desde la máxima autoridad.
Grandes inversiones privadas y colaboraciones internacionales
El compromiso gubernamental coincide con el anuncio de importantes inversiones privadas en el sector tecnológico. El caso más reciente es el de Amazon, que ha revelado la puesta en marcha de un proyecto valorado en 20.000 millones de dólares destinados a crear nuevos centros de datos en Pensilvania, una muestra clara de la prioridad que el sector concede al incremento de capacidad y eficiencia en sus instalaciones.
Asimismo, la agenda política americana ha estado marcada este año por encuentros entre el ejecutivo y los principales líderes del sector, como el celebrado para destacar el Proyecto Stargate. Esta iniciativa multimillonaria, impulsada por OpenAI, SoftBank y Oracle, pretende la construcción de infraestructuras masivas y la creación de decenas de miles de empleos en territorio estadounidense, todo ello en el marco de la creciente competencia con China.
Estados Unidos persigue con estas acciones no solo mantener su liderazgo tecnológico, sino convertir al país en la referencia mundial en el desarrollo y aplicación de IA. La meta es reducir cualquier traba regulatoria y acelerar la expansión del sector, consolidando a la IA como motor fundamental para la economía y la seguridad nacional.
Los expertos coinciden en señalar que este tipo de movimientos marcarán el rumbo de la industria a medio y largo plazo. La Carrera de la IA 2025 no es solo una confrontación tecnológica, sino también una cuestión de infraestructura, inversión y voluntad política. Con las medidas previstas y la colaboración público-privada, la competencia entre potencias parece lejos de aminorar, y lo que ocurra en los próximos meses será determinante para el equilibrio de poder mundial en la próxima década.