- Investigadores chilenos aplicaron técnicas de filogenética al estudio de Omega Centauri.
- Identificaron tres linajes estelares distintos en el cúmulo, incluyendo una población inédita.
- El hallazgo refuerza la hipótesis de que Omega Centauri es el núcleo de una antigua galaxia absorbida por la Vía Láctea.
- El trabajo interdisciplinario abre nuevas rutas para la astronomía y la biología evolutiva.
Un equipo chileno ha logrado fusionar metodologías biológicas y astronómicas para profundizar en uno de los grandes enigmas del cosmos: el verdadero origen de Omega Centauri. Este cúmulo estelar, situado a unos 17.000 años luz de nuestro planeta, ha desconcertado durante años a la comunidad científica por su extraordinaria complejidad.
Para conseguirlo, los investigadores del grupo PhyloGal, respaldados por el Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio) y el Núcleo Milenio para la Evolución Reconstruida del Medio InterEstelar (ERIS), decidieron mirar el universo como lo haría un biólogo evolutivo. Así, propusieron aplicar herramientas propias de la filogenética –usadas tradicionalmente para reconstruir árboles genealógicos entre especies– directamente al estudio de las estrellas que pueblan Omega Centauri.
Un análisis basado en árboles evolutivos: una apuesta interdisciplinar
La estrategia de reemplazar organismos por estrellas en los árboles filogenéticos permitió a los expertos descubrir aspectos inéditos sobre la composición del cúmulo. Según Francisco Cubillos, miembro del equipo y del iBio, este enfoque hizo posible determinar los tipos de estrellas presentes y comprender la relación entre ellas en lo referente a su origen y evolución química.
El resultado más relevante fue la identificación de tres linajes estelares claramente diferenciados. Por un lado, los científicos hallaron una población de estrellas extremadamente antigua; por otro, otra comparable a la de los cúmulos globulares convencionales; y finalmente, un tercer grupo de astros que habría nacido dentro del propio Omega Centauri. Esta diversidad aporta una visión renovada sobre el objeto astronómico y su historia cosmológica.
Este hallazgo, publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, respaldan la teoría de que Omega Centauri sería en realidad el núcleo residual de una galaxia absorbida por la Vía Láctea en algún momento del pasado. Datos similares obtenidos por equipos internacionales con metodologías más tradicionales coinciden con estos resultados, lo que aumenta la solidez del método aplicado por los investigadores chilenos.
Innovación que cruza fronteras: biología y astronomía hablan el mismo idioma

La investigación va más allá del simple cruce de datos astronómicos. El factor clave fue detectar que biología y astronomía pueden compartir un lenguaje matemático común. Aprovechando este paralelismo, los expertos adaptaron algoritmos de la biología evolutiva a sus datos estelares, lo que posibilitó la detección de patrones que hasta ahora habían permanecido ocultos.
En palabras de los propios autores, este tipo de enfoque interdisciplinar no solo amplía las fronteras del conocimiento, sino que también promueve la colaboración y el aprendizaje mutuo entre disciplinas que, a priori, parecían muy lejanas. Para Paula Jofré, otra de las investigadoras clave, la confianza y paciencia fueron esenciales para descifrar este lenguaje compartido y lograr una metodología efectiva.
El impacto de la investigación también se refleja en la formación de nuevos científicos: ya hay varias tesis y proyectos internacionales inspirados en este método, incluyendo estudiantes que han sido reconocidos en conferencias internacionales por la aplicación de estas técnicas híbridas. Esto indica que, para las nuevas generaciones, combinar biología y astronomía es una vía tan válida como prometedora para explorar el universo.
El revolucionario trabajo del grupo PhyloGal demuestra que la creatividad y el pensamiento interdisciplinar pueden llevar a grandes avances en la comprensión de fenómenos astronómicos complejos. Gracias a la aplicación de técnicas de filogenética, Omega Centauri comienza a revelar secretos sobre su pasado, aportando pruebas sólidas que refuerzan la hipótesis de su origen como núcleo de una antigua galaxia devorada por la Vía Láctea. Este enfoque innovador refleja cómo la integración de diferentes perspectivas, métodos y talentos puede impulsar el avance científico en campos aparentemente dispares.
