- Las redes sociales transforman la fama: TikTok impulsa a nuevos creadores desconocidos
- Preocupación por el aumento de violencia digital, especialmente hacia mujeres y menores
- El sharenting expone a los menores a riesgos de privacidad y afecta su autoimagen
- El uso excesivo de redes sociales en adolescentes influye en su salud mental y desarrollo
Las redes sociales se han asentado en el centro de nuestras vidas, transformando tanto la manera en la que nos comunicamos como la forma en la que vemos el mundo y experimentamos la fama. Plataformas como Instagram, X (antes Twitter) y TikTok son focos de noticias, entretenimiento y relaciones interpersonales, pero también plantean retos sociales y personales que están generando debate entre expertos y usuarios.
En los últimos años, el auge de los influencers nativos de TikTok, los riesgos de la violencia digital y la creciente preocupación por la salud mental de los jóvenes han impulsado una reflexión profunda sobre los efectos de estos espacios digitales, tanto en el ámbito familiar como social y político.
La nueva fama: celebridades surgidas de las redes sociales
A diferencia de plataformas como Instagram o X, donde predominan figuras ya conocidas en otros ámbitos como Cristiano Ronaldo o Messi, TikTok se ha convertido en un verdadero trampolín para personas anónimas que logran alcanzar la fama mundial. Khaby Lame y Bella Poarch son ejemplos claros de cómo este entorno permite a cualquier usuario viralizarse y crear una comunidad grande partiendo de cero, sin necesidad de una carrera previa en los medios tradicionales.
Este fenómeno no solo redefine quién puede acceder a la popularidad, sino que también marca una brecha generacional: mientras que TikTok capta mayoritariamente a usuarios jóvenes de la generación Z y alfa, otras redes cuentan con una base de usuarios más madura, orientada al contenido y a la interacción de forma distinta.
Cambios en el uso cotidiano: del contenido personal al dominio de los influencers
Actualmente, se observa una disminución del contenido espontáneo y cotidiano por parte de los usuarios comunes. Cada vez son más los que prefieren observar antes que compartir, convirtiéndose en espectadores del universo de influencers, marcas y creadores de contenido profesionalizados. Las redes sociales parecen alejarse progresivamente de su esencia original, cediendo espacio a publicaciones automatizadas o comerciales, y dejando de lado la naturalidad que las caracterizaba en sus inicios.
Este proceso ha sido analizado por expertos y escritores, quienes señalan que la nostalgia por las primeras etapas de internet se mezcla con nuevas preocupaciones: el auge de algoritmos que priorizan lo polémico o viral, la presión por crecer en seguidores, y la transformación de cada usuario en una marca personal que busca destacar en medio del ruido digital.
Peligros y retos: violencia digital, salud mental y acoso online
Las plataformas sociales han pasado de ser simples herramientas de socialización a convertirse en escenarios de violencia y riesgos para la salud mental, especialmente entre jóvenes y mujeres. Campañas institucionales y estudios recientes alertan sobre la necesidad de construir un entorno seguro y promover un uso responsable de internet: el acoso, la difusión no consentida de imágenes íntimas y el control mediante dispositivos electrónicos son realidades cada vez más presentes.
El 73% de las mujeres que navegan por internet ha sufrido episodios de violencia digital. Esta problemática se ha vuelto tan relevante que los pactos estatales e internacionales subrayan la importancia de la educación digital y la denuncia de estas prácticas, así como el aislamiento social de los agresores. Además, el acoso a mujeres en la política o en espacios públicos de internet es especialmente intenso, con ataques que explotan cuestiones de género, edad o raza. Estas agresiones pueden disminuir la participación pública de las mujeres o llevarlas a abandonar sus perfiles sociales.
En el caso de los adolescentes, el consumo excesivo de vídeos cortos y contenidos virales en plataformas como TikTok puede afectar negativamente el desarrollo cerebral, reducir la concentración y la memoria, e incluso influir en la autoestima y la aparición de trastornos como la depresión. Profesionales de la salud mental insisten en que la exposición continua a modelos poco realistas o a la búsqueda constante de aprobación refuerza sentimientos de inseguridad y ansiedad.
Sharenting: la exposición de menores y los riesgos asociados
El sharenting, entendido como la publicación de imágenes, vídeos o datos personales de menores por parte de sus cuidadores, es una práctica cada vez más extendida en las redes sociales. Aunque suele realizarse con intenciones inocentes, exponer a los menores en estos entornos puede vulnerar su privacidad y facilitar su identificación o contacto por parte de terceros con fines no siempre apropiados.
La huella digital que estos contenidos dejan puede causar problemas futuros para los menores: desde acoso escolar hasta impacto psicológico por la presión estética o los juicios externos. Además, la mercantilización del contenido con la imagen infantil en busca de likes y seguidores puede distorsionar la percepción que los niños tienen de sí mismos y sus relaciones familiares.
Los expertos recomiendan un uso meditado y responsable de las redes sociales en lo que respecta a los menores, evitando la publicación de información identificativa y recordando que incluso plataformas privadas pueden implicar una difusión no controlada de los datos y las fotografías de los niños.
Desafíos tecnológicos y legislativos en la era digital
La lucha contra la violencia digital y la protección de los usuarios requiere no solo campañas de concienciación y educación, sino también ajustes en modelos de negocio y en la legislación. Las plataformas ya aplican moderación mediante inteligencia artificial, aunque esta no siempre detecta el acoso más sutil o contextual. Normativas como la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea buscan establecer protocolos de reducción del riesgo y facilitar la denuncia de contenidos problemáticos, pero los expertos consideran que la responsabilidad empresarial aún es insuficiente y que hay margen para fortalecer la protección de los usuarios vulnerables.
Asimismo, la reflexión sobre el modelo de ocio y relaciones sociales en internet es constante: casi cualquier manifestación personal se convierte en moneda de cambio para obtener visibilidad o beneficios, lo que complica el disfrute genuino y espontáneo del ocio digital.
Recomendaciones y perspectivas de futuro
Es fundamental reforzar la educación digital en familias, escuelas y comunidades. Fomentar un uso consciente y crítico de las plataformas, evitar la sobreexposición de menores y promover el respeto mutuo son pasos clave para construir espacios digitales más seguros y humanos. La colaboración con expertos en salud mental, educadores y legisladores puede marcar la diferencia para frenar la escalada de riesgos y potenciar las redes sociales como herramientas de encuentro, aprendizaje y creatividad.
El equilibrio entre libertad, innovación y protección se vuelve cada vez más visible, resaltando la importancia de aprovechar las oportunidades que ofrecen las redes sociales sin perder de vista las implicaciones sociales, psicológicas y legales que implica compartir nuestra vida —o la de los más vulnerables— en un entorno global y, a veces, impredecible.