- El Año Internacional de las Cooperativas pone en primer plano sus valores y principios como motor de desarrollo sostenible.
- Ejemplos como Anecoop, Mondragón, Udapa y Batera demuestran la relevancia de la cooperación y la intercooperación para fomentar la identidad territorial y generar empleo.
- Iniciativas sociales y educativas, desde campamentos hasta encuentros internacionales, refuerzan la transmisión de valores cooperativos a nuevas generaciones.
- Administraciones públicas y organizaciones impulsan marcos legales, premios y actividades para reconocer y consolidar los valores cooperativos en todo el territorio.
Los valores cooperativos adquirieron este año una relevancia especial tras la declaración de 2025 como Año Internacional de las Cooperativas por parte de la ONU. El lema propuesto, «Las cooperativas promueven soluciones inclusivas y sostenibles para un mundo mejor», busca resaltar el potencial de estas entidades como promotoras de desarrollo económico, cohesión social y sostenibilidad, con actividades que se han extendido desde el ámbito rural hasta la educación y la innovación empresarial.
Las cooperativas destacan por su firme compromiso con su entorno y su capacidad de arraigo, especialmente en regiones rurales donde ayudan a combatir la despoblamiento y ofrecen oportunidades laborales de calidad. No solo generan empleo, también sostienen la economía local, potencian la identidad de los territorios y suman en la protección de los ecosistemas, priorizando el bienestar de sus integrantes y el desarrollo de la comunidad.
En el centro del modelo cooperativo se encuentran principios como la toma de decisiones democrática, la solidaridad, la cooperación y la inclusión. Estas ideas impregnan la gestión diaria y marcan la diferencia respecto a otros modelos empresariales, permitiendo construir estructuras más resilientes y equitativas tanto económica como socialmente.
Ejemplos de aplicación de los valores cooperativos: Anecoop, Mondragón y Udapa
Anecoop, una «cooperativa de cooperativas» con más de 20.000 agricultores y 61 entidades asociadas, es un ejemplo destacado de organización que integra de manera efectiva los valores cooperativos en su actividad diaria. Su modelo de gestión se afianza en la unión y el compromiso, lo que permite a sus socios competir en mercados globales sin perder su identidad ni sus raíces territoriales. La cooperativa centra su labor en tres ejes: el bienestar de sus socios agricultores, la protección del entorno y la mejora de la salud y seguridad alimentaria de los consumidores, todo ello bajo el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Por su parte, MONDRAGON constituye una referencia mundial por su singularidad y su modelo de intercooperación que fusiona diversidad de negocios, competitividad y una sólida base de participación democrática y solidaridad económica. El modelo Mondragón demuestra que es posible ser competitivos y cooperativos al mismo tiempo, con mecanismos de colaboración interna, solidaridad salarial, formación universitaria propia y una apuesta activa por la integración de las nuevas generaciones en el movimiento cooperativo. Su experiencia atrae cada año a miles de visitantes internacionales, interesados en replicar o adaptar estos valores y estructuras a otros contextos.
En el ámbito agroalimentario, Udapa representa la aplicación práctica de los valores cooperativos desde una perspectiva de sostenibilidad e innovación. Desde 1993, la cooperativa ha apostado por una gestión participativa, el arraigo territorial y la mejora continua de sus procesos. Su vinculación con otras cooperativas alavesas a través de la plataforma Batera pone de manifiesto la importancia de la intercooperación y el trabajo colectivo para impulsar el desarrollo local, la formación en valores y la generación de proyectos que trascienden el propio sector agroalimentario.
Premios, iniciativas educativas y presencia institucional
Desde Castilla y León, la organización Urcacyl ha propuesto que los parlamentos regionales rubriquen su apoyo al , reclamando marcos legales e institucionales que favorezcan el desarrollo del cooperativismo y reconozcan oficialmente su papel en la revitalización del medio rural, la generación de empleo y la promoción de la participación activa de sus miembros.
La adaptación de las leyes y la creación de nuevos instrumentos de respaldo institucional evidencian el reconocimiento que las administraciones otorgan al cooperativismo, situándolo como pilar de la economía social y motor de desarrollo sostenible.
Educación, sostenibilidad y transmisión de valores a las nuevas generaciones
La apuesta por la educación y el relevo generacional es otro de los rasgos distintivos del movimiento cooperativo. Iniciativas como campamentos medioambientales organizados por Coopecaja y proyectos como Batera Gazte Bidaia en Álava buscan acercar a la infancia y la juventud la importancia de la sostenibilidad, el trabajo en equipo y la solidaridad.
Estas actividades no solo promueven el respeto medioambiental, sino que refuerzan la integración de desde edades tempranas, asegurando el futuro del movimiento. Además, las cooperativas impulsan programas de voluntariado, acciones ecológicas y formación continua tanto para jóvenes como para adultos, lo que contribuye a consolidar una conciencia colectiva en torno a la responsabilidad social y la participación democrática.
Cooperativismo en el debate social: retos y oportunidades
La visibilidad alcanzada por los valores cooperativos se traduce en debates y propuestas para superar los obstáculos actuales, como la falta de financiamiento, las dificultades derivadas de cambios en políticas públicas o la competencia desleal. Sin embargo, el cooperativismo mantiene su capacidad de adaptación, apoyándose en la intercooperación, la innovación y el compromiso territorial.
Referentes de la economía social y solidaria insisten en la importancia de fortalecer la colaboración entre entidades, instituciones y administraciones públicas para asegurar la viabilidad de este modelo e intensificar su impacto positivo en la sociedad. Espacios como consejos consultivos y mesas permanentes de cooperación permiten canalizar propuestas y defender los intereses del sector, involucrando a todos los actores en la construcción de un modelo más justo y humano.
Las cooperativas representan una opción eficaz para afrontar retos globales como la despoblación rural, la inclusión social, la generación de empleo digno o la protección del entorno; y su mensaje de arraigo, solidaridad y democracia económica sigue ganando fuerza tanto en el discurso público como en la práctica diaria de miles de personas y organizaciones.