Descubren una supertierra cercana con condiciones para la vida

Última actualización: 25/10/2025
Autor: Isaac
  • GJ 251 c, una supertierra a ~18 años luz, se halla en zona habitable.
  • Masa mínima de 3,84 Tierras y periodo orbital de 53,6 días.
  • Detectada con el espectrógrafo HPF y confirmada con NEID y datos de CARMENES (España).
  • Objetivo prioritario para ELT y JWST en la búsqueda de biofirmas.

Ilustración de una supertierra en zona habitable

La señal del nuevo mundo se ha reconstruido a partir de más de dos décadas de mediciones de velocidad radial y sitúa a GJ 251 c alrededor de una enana roja cercana. Con un periodo de 53,6 días y una masa mínima de 3,84 veces la terrestre, su proximidad lo coloca entre los objetivos prioritarios para futuras observaciones atmosféricas.

Cómo se confirmó el nuevo mundo

La detección se basó en el Habitable-Zone Planet Finder (HPF), un espectrógrafo de alta precisión en el infrarrojo cercano instalado en el telescopio Hobby-Eberly (Observatorio McDonald, Texas). Esta técnica mide el llamado bamboleo estelar: minúscimos cambios en la luz de la estrella causados por la atracción gravitatoria del planeta.

Antes de identificar GJ 251 c, el equipo refinó la señal de un planeta interior ya conocido, GJ 251 b, que completa su órbita en 14 días. Al combinar esas referencias con nuevos datos de HPF, emergió una segunda señal más intensa a 53,6 días, compatible con un planeta más masivo en la zona habitable del sistema.

La confirmación independiente llegó con el espectrómetro NEID del Observatorio Nacional de Kitt Peak (Arizona), además de conjuntos de datos de varios instrumentos de alta resolución. La convergencia entre diferentes equipos e instalaciones reforzó la robustez del hallazgo y redujo la probabilidad de errores sistemáticos.

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Distinguir una señal planetaria auténtica del propio «clima» de la estrella no es trivial: las enanas rojas generan actividad magnética que puede imitar patrones periódicos. Para separar la señal del ruido, el equipo aplicó modelos estadísticos avanzados y comparó el comportamiento en distintas longitudes de onda, mitigando los efectos de manchas y otras variaciones estelares.

Qué sabemos de GJ 251 c

La estrella anfitriona, GJ 251, es una enana roja más fría y tenue que el Sol, lo que desplaza más cerca la franja donde es posible mantener temperaturas templadas. En ese contexto, GJ 251 c ocupa una órbita compatible con la zona habitable, siempre bajo la condición de que el planeta conserve una atmósfera adecuada.

Las estimaciones actuales sitúan su masa mínima en 3,84 masas terrestres y su periodo orbital en 53,6 días, valores típicos de una supertierra. A esa distancia estelar (aprox. 5,5 parsecs), la combinación de cercanía y tamaño convierte a este planeta en un candidato óptimo para intentos de caracterización atmosférica con la próxima generación de telescopios.

La clasificación como supertierra no implica automáticamente condiciones de habitabilidad: la composición y la atmósfera siguen siendo interrogantes abiertos que solo podrán resolverse con observaciones de mayor sensibilidad.

Un avance con sello también europeo y español

Además de los instrumentos estadounidenses, los análisis incorporan contribuciones europeas. Destaca el papel de CARMENES (Observatorio de Calar Alto, Almería), diseñado para buscar exoplanetas alrededor de estrellas frías con alta precisión en velocidad radial, un aporte que refuerza el valor estratégico de las infraestructuras científicas en España.

Mirando al futuro, el Telescopio Extremadamente Grande (ELT) del Observatorio Europeo Austral aparece como una herramienta clave para intentar sondear la atmósfera de GJ 251 c. Su capacidad de recolección de luz y resolución angular abre la puerta a técnicas de alto contraste y espectroscopia de transmisión que podrían revelar gases de interés biológico.

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La colaboración internacional, con nodos en Europa, Estados Unidos y Canadá, es esencial para sostener campañas de larga duración. Este enfoque coordinado acelera la validación de candidatos y potencia la búsqueda de mundos templados en torno a estrellas cercanas.

Por qué importa para la búsqueda de vida

Estar en la zona habitable significa que la irradiación de la estrella permitiría, en principio, la existencia de agua líquida en superficie, si se dan presiones y composiciones atmosféricas adecuadas. No garantiza habitabilidad, pero acota el rango de condiciones más prometedoras para la vida tal y como la entendemos.

Una vez se pueda estudiar su atmósfera, la atención se centrará en potenciales biomarcadores (oxígeno, metano, vapor de agua) y en la relación entre ellos. La detección conjunta y en proporciones plausibles, junto a modelos fotoquímicos, ofrecería pistas sobre procesos no geológicos que pudieran sugerir actividad biológica.

La cercanía de GJ 251 c facilita ese objetivo respecto a otros sistemas más remotos. El contraste sigue siendo exigente, pero su brillo relativo y el periodo orbital moderado proporcionan ventanas de observación más favorables para las grandes instalaciones.

Próximos pasos y retos técnicos

Con la tecnología actual, obtener una imagen directa del planeta es complicado, y la caracterización atmosférica sigue en el límite de las capacidades. La estrategia pasa por monitorización prolongada, mejora en la corrección de actividad estelar y el empleo de espectroscopía de ultraalta precisión.

En la próxima década, instrumentos de nueva generación —con el ELT a la cabeza y el apoyo del JWST en rangos infrarrojos— deberían aportar datos decisivos. A ello se suma el perfeccionamiento de algoritmos de análisis, imprescindibles para extraer señales débiles en presencia de ruido estelar y sistemáticos instrumentales.

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Más allá de la expectativa mediática, el caso de GJ 251 c subraya un cambio de fase: la combinación de grandes telescopios, espectrógrafos estables y series temporales extensas está transformando la búsqueda de vida en un programa observacional metódico y acumulativo.

GJ 251 c representa hoy uno de los escenarios más sólidos para poner a prueba nuestras herramientas y teorías sobre mundos templados cercanos: una supertierra a ~18 años luz, detectada con múltiples instrumentos, ubicada en zona habitable y al alcance de los telescopios que están a punto de entrar en servicio.

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