- Una nueva generación de plásticos biodegradables que se descomponen en agua de mar ha sido desarrollada.
- El material es resistente, reciclable y adaptable a diferentes aplicaciones, desde impresión 3D hasta uso médico.
- Los plásticos actuales no solubles en agua contribuyen a la proliferación de microplásticos, un problema que este nuevo material aborda eficazmente.
- El plástico biodegradable es termomoldeable y se descompone completamente en el suelo, aportando nutrientes como fósforo y nitrógeno.
Una brillante innovación podría transformar el futuro de los plásticos que tanto daño han causado a los océanos y sus ecosistemas. Un equipo de científicos liderados por el investigador japonés Takuzo Aida, del Centro RIKEN para la Ciencia de la Materia Emergente (CEMS), ha diseñado un plástico biodegradable que se descompone directamente en agua salada, asegurando así que no contribuya a la contaminación por microplásticos.
¿Por qué es revolucionario este material? La mayoría de los plásticos biodegradables existentes, como el PLA, no se descomponen en el mar porque son insolubles en agua. Esto agrava los problemas derivados de los microplásticos, unas pequeñas partículas que no solo afectan gravemente a la vida acuática, sino que también terminan en la cadena alimentaria, llegando incluso al ser humano. Este nuevo plástico sugiere una esperanza tangible y podría cambiar las reglas del juego medioambiental.
¿Cómo funciona este plástico?
El material se basa en la tecnología de plásticos supramoleculares, compuestos de polímeros que se mantienen unidos mediante interacciones reversibles. Los investigadores combinaron dos monómeros clave: hexametafosfato de sodio, un aditivo alimentario común, y un monómero basado en guanidinio. La interacción de estos componentes crea estructuras resistentes y flexibles, denominadas puentes salinos reticulados, que garantizan que el plástico pueda disolverse en el agua marina.
Un punto interesante de este desarrollo es que el plástico no solo se degrada en agua salada; también es termoformable y puede moldearse a temperaturas de más de 120 °C, similar a los termoplásticos convencionales. Esto lo hace adaptable a diversas aplicaciones industriales, desde impresión 3D hasta dispositivos médicos, ofreciendo una alternativa mucho más sostenible que los plásticos tradicionales.
Una solución ecológica también para el suelo
Cuando este plástico biodegradable entra en contacto con la tierra, su degradación completa ocurre en un plazo de aproximadamente diez días, liberando nutrientes como fósforo y nitrógeno. De esta manera, actúa como un fertilizante natural, aportando un beneficio adicional al medio ambiente.
El proceso de reciclaje también es digno de mención. Al disolver el plástico en agua salada, los investigadores lograron recuperar el 91% del hexametafosfato de sodio y el 82% del guanidinio en forma de polvo, asegurando que el material no solo sea biodegradable, sino también altamente reciclable.
Ventajas y aplicaciones potenciales
Este nuevo tipo de plástico presenta varias ventajas frente a los polímeros tradicionales:
- No es tóxico ni inflamable: no emite CO2, contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático.
- Personalización: puede adaptarse según las necesidades; es posible crear plásticos duros, resistentes al peso, flexibles o incluso similares a la silicona.
- Versatilidad: su uso potencial abarca desde aplicaciones médicas hasta productos relacionados con la tecnología de impresión industrial.
El equipo de investigación también identificó un mecanismo clave en la formación de este plástico. El llamado proceso de «desalinización» resultó ser crucial: eliminar las sales presentes en la mezcla inicial permitió generar un material extremadamente fuerte y resistente. Una vez expuesto nuevamente al agua salada, el plástico comienza a descomponerse rápidamente, volviendo a sus componentes básicos en cuestión de horas.
Con este desarrollo, Aida y su equipo han creado una familia de plásticos que no solo son duraderos y funcionales, sino también completamente respetuosos con el medio ambiente. Este avance podría representar un cambio radical en la industria de los plásticos, mitigando significativamente el impacto negativo actual en los océanos y los ecosistemas terrestres. Además, este nuevo material no solo supone un paso adelante en la lucha contra los microplásticos, sino que también abre la puerta a nuevos paradigmas de producción y gestión responsable de residuos.