- Bruselas impulsa un ambicioso plan de acción para fortalecer la industria química europea.
- Se priorizan medidas para reducir costes energéticos, fomentar la producción interna y modernizar las infraestructuras.
- La estrategia pone el foco en la descarbonización y la simplificación regulatoria.
- Se prevé la creación de una Alianza de Productos Químicos Críticos para asegurar la soberanía industrial.
El sector químico europeo atraviesa una de sus mayores crisis en décadas, soportando cierres de instalaciones, descenso de la demanda y una feroz competencia internacional. Ante este panorama, la Comisión Europea ha presentado un plan de acción destinado a relanzar la competitividad del sector, considerado esencial para el tejido industrial de la Unión.
La industria química es clave para más del 90% de la cadena de valor manufacturera europea y proporciona materiales imprescindibles a industrias como la automoción, salud, tecnología, construcción, defensa o agricultura. Sin embargo, factores estructurales y coyunturales, como los altos costes energéticos, la dependencia de importaciones y una regulación compleja, han puesto en jaque su viabilidad.
Un plan para evitar la desindustrialización química
La nueva estrategia de Bruselas responde a años de cierres y caída en la facturación. Más de veinte plantas han cesado su actividad en el continente recientemente, y las ventas globales del sector se han reducido a la mitad en solo dos años, según datos de la propia Comisión.
Para atajar esta tendencia, el plan de acción se articula en torno a cuatro ejes principales, que buscan: incrementar la producción interna europea, abaratar el acceso a la energía, impulsar la descarbonización, modernizar infraestructuras estratégicas y simplificar los procesos regulatorios.
Uno de los primeros movimientos será la creación de una Alianza de Productos Químicos Esenciales, que permita identificar los compuestos y plantas cuya producción es crítica y que podrían recibir apoyo financiero o legislativo específico.
Competencia, energía y cadenas de suministro: los obstáculos a superar
La presión exterior —especialmente de China— y los elevados costes de energía han erosionado la competitividad comunitaria. El plan de Bruselas menciona la ampliación de medidas de defensa comercial, incluyendo una vigilancia reforzada de las importaciones y el establecimiento de criterios de contenido europeo en licitaciones públicas para dar prioridad a la fabricación local.
En cuanto a la energía, se prevé la implementación urgente del Plan de Acción para una Energía más Asequible, que incluye normas para el hidrógeno bajo en carbono y la ampliación de ayudas estatales. También se apoyará la electrificación del sector y el acceso a fuentes renovables y almacenamiento energético.
Adicionalmente, se busca identificar los químicos en los que existe una excesiva dependencia de las importaciones —por ejemplo, en el metanol la UE importa un 80% de lo que consume— y modernizar infraestructuras como los craqueadores de vapor, fundamentales pero intensivos en consumo y emisiones.
Simplificación regulatoria y sostenibilidad
El paquete incluye una simplificación legislativa ómnibus para aliviar la carga administrativa y reducir los costes de cumplimiento, especialmente para las pymes. La medida contempla cambios en las normas de etiquetado de productos químicos peligrosos y cosméticos, así como la armonización de requisitos para fertilizantes, lo que podría suponer un ahorro estimado de más de 360 millones de euros al año para el sector.
Además, la hoja de ruta apuesta por la sostenibilidad y la innovación, impulsando centros para desarrollar alternativas más seguras y sostenibles y favoreciendo el reciclaje químico y el uso de recursos de origen biológico. La futura Ley de Aceleración de la Descarbonización Industrial y la Estrategia de Bioeconomía serán claves para incentivar la demanda de productos químicos limpios y fomentar el crecimiento del mercado interno.
Algunas voces críticas advierten que la simplificación regulatoria no debe reducir los estándares de protección de la salud y el medio ambiente. Organizaciones como el European Environmental Bureau han manifestado su preocupación por el compromiso real de la Comisión en la reducción de contaminantes como los PFAS —sustancias químicas persistentes y potencialmente dañinas— y han solicitado restricciones más estrictas sobre su producción y uso.
Nuevos retos en innovación y descarbonización
La estrategia europea incluye iniciativas de apoyo a la inversión en tecnologías limpias y proyectos clave a escala continental. Se busca facilitar el acceso a infraestructuras eléctricas, almacenamiento y fuentes renovables, así como movilizar financiación para el desarrollo de sustitutos químicos más seguros.
El sector químico, que emplea directamente a 1,2 millones de personas en la UE y es responsable de otros 19 millones de empleos a lo largo de toda la cadena industrial, tendrá que acelerar su transición ecológica sin sacrificar la competitividad ni la calidad del tejido productivo.
Para los actores clave de la industria, el plan representa una señal positiva, aunque insisten en la necesidad de instrumentos fiscales y mecanismos ágiles que permitan reaccionar ante distorsiones del mercado internacional o crisis energéticas. Las próximas etapas dependerán del desarrollo legislativo y del compromiso de los Estados miembro a la hora de aplicar las medidas.
La apuesta por la innovación, la reducción de costes energéticos, la modernización y la coordinación para asegurar la soberanía sobre productos estratégicos son los caminos más sólidos para devolver el liderazgo a la industria química europea, enfrentando los enormes desafíos que actualmente tiene por delante.
