- Rusia intensifica los ataques nocturnos con drones y misiles en ciudades como Kiev, Odesa y Járkov, dejando decenas de víctimas civiles.
- Las defensas ucranianas logran interceptar parte de los drones, aunque algunos impactan en infraestructuras residenciales y civiles.
- El conflicto con Irán podría afectar el suministro de drones Shahed a Rusia, influyendo en la capacidad de ataque de Moscú.
- La situación humanitaria y la presión internacional aumentan, mientras las conversaciones de paz siguen estancadas.
Los últimos días en Ucrania han estado marcados por un incremento considerable en los ataques con drones y misiles por parte de las fuerzas rusas. Varios núcleos urbanos, entre ellos Kiev, Odesa y Járkov, han sido puntos clave en estos asaltos nocturnos que han dejado a la población civil bajo una presión constante y con consecuencias fatales. La situación humanitaria se ha deteriorado notablemente y la incertidumbre sigue creciendo entre la ciudadanía.
A lo largo del mes de junio, las autoridades ucranianas han denunciado un aumento sostenido en la frecuencia y magnitud de los bombardeos aéreos. Los datos oficiales apuntan a que en solo dos semanas, Rusia ha lanzado miles de vehículos aéreos no tripulados y misiles de largo alcance, provocando daños en infraestructuras civiles, residenciales y causando víctimas y heridos entre los habitantes de las principales ciudades.
Intensos ataques y consecuencias en las principales ciudades
El último gran ataque sobre Kiev ha sido descrito como el más mortífero en cerca de un año. Las cifras hablan de al menos 14 fallecidos y más de 100 heridos en la capital en una sola jornada, además de daños en unos treinta puntos repartidos por siete distritos. Viviendas, instalaciones electrónicas y servicios esenciales han quedado afectados, dejando a muchas familias sin hogar y a otras dependientes de la ayuda humanitaria.
La ciudad portuaria de Odesa también ha sufrido la devastación causada por drones y misiles. Las llamas arrasaron bloques de apartamentos, uno de ellos colapsando parcialmente y causando la muerte de al menos un civil e hiriendo a varias personas, incluidos trabajadores de emergencias. Otras áreas como Cherníguiv y la región de Járkov también han sido objetivo de ataques similares, con víctimas mortales y heridos, además de daños en infraestructuras como estaciones de tren y guarderías.
Mientras tanto, las defensas antiaéreas ucranianas han logrado interceptar una parte importante de los drones lanzados por Rusia. En ataques recientes se han derribado más de setenta drones en una sola noche, aunque algunos lograron alcanzar sus objetivos, incrementando la sensación de inseguridad entre la población y dificultando las labores de emergencia.
Uno de los elementos que más preocupa es el uso de drones Shahed de origen iraní y su despliegue masivo en ataques combinados con misiles. Según fuentes militares, los rusos han llegado a lanzar cientos de drones y decenas de misiles simultáneamente, dificultando la respuesta de las defensas aéreas locales y provocando grandes daños en zonas residenciales y servicios públicos.
Implicaciones internacionales y repercusiones en la estrategia bélica
El uso extensivo de drones en el conflicto de Ucrania está muy ligado a la colaboración tecnológica y militar entre Rusia e Irán. Aunque Moscú ha mejorado la fabricación de estos dispositivos en su territorio, sigue dependiendo de la importación de piezas clave desde Irán. Los recientes ataques israelíes en la industria militar iraní podrían impactar en esta cadena de suministro y, en consecuencia, en la capacidad ofensiva rusa a medio plazo.
Las autoridades ucranianas y servicios de inteligencia internacionales han advertido que si los problemas en Irán persisten, Rusia podría verse forzada a buscar alternativas para mantener su ritmo de ataques. Entre las opciones contempladas se encuentra el acercamiento a China, que hasta ahora se ha mostrado reservada sobre transferencias masivas de tecnología militar.
Los esfuerzos diplomáticos apenas han dado frutos. Los intentos de impulsar negociaciones para una tregua o un alto el fuego han quedado estancados, con ambas partes manteniendo posiciones firmes y la comunidad internacional presionando sin conseguir resultados tangibles. La guerra de drones ha transformado las tácticas sobre el terreno, con Moscú aprovechando estos dispositivos tanto para atacar la retaguardia como para debilitar posiciones estratégicas en el frente, mientras que Ucrania intenta reforzar sus defensas y adaptar su respuesta a los nuevos retos tecnológicos.
El uso recurrente de aviones no tripulados y municiones de merodeo ha incrementado la presión sobre los equipos de emergencia y sobre la población, con consecuencias psicológicas y materiales considerables que afectan cada día a miles de personas en el país.
Respuesta humanitaria y situación actual
Los equipos de socorristas, autoridades locales y organismos humanitarios trabajan sin descanso para ofrecer atención médica urgente, ayuda alimentaria y alojamiento a los afectados por los bombardeos. Sin embargo, las necesidades siguen creciendo y los recursos son cada vez más limitados debido al constante goteo de ataques y al aumento de las víctimas civiles.
Desde la ONU y otras organizaciones se ha recordado en varias ocasiones que los ataques a civiles e infraestructuras civiles están prohibidos por el derecho internacional humanitario. La escalada de violencia en Ucrania está provocando un incremento en el número de muertos y heridos, superiores incluso a los registrados en periodos previos, y la comunidad internacional insiste en la urgencia de detener la ofensiva para evitar una tragedia aún mayor.